En los
últimos tres años, la República Popular Democrática de Corea ha amenazado
varias veces a Corea del Sur y a su principal aliado, Estados Unidos, con hacer
uso de su arsenal –armas nucleares incluidas– para responder a las
provocaciones orquestadas desde Seúl y Washington. El Gobierno de Pyongyang
hace referencia a prácticas que han ido desde el lanzamiento de octavillas
surcoreanas sobre el territorio de Corea del Norte en marzo de 2011 hasta los
más recientes ejercicios militares conjuntos de Corea del Sur y Estados Unidos.
Aludiendo
a esos simulacros bélicos, un vocero de las Fuerzas Armadas norcoreanas comentó
el pasado 5 de marzo: “Cuando esas maniobras militares entren en su fase
principal, el tratado de armisticio, que sólo ha existido verbalmente, habrá
terminado”. AnneAllmeling, de Deutsche Welle, habló con AugustPradetto, profesor
de Ciencias Políticas en la Universidad de la Bundeswehr, sobre el
recrudecimiento del conflicto binacional en la península coreana. ¿Qué
persiguen estos Estados y sus amigos con esta actitud de buscapleitos?
Deutsche Welle: Corea del Norte se ha
declarado en estado de guerra con su vecino del sur. Pero, ¿en qué cambia la
situación entre estos dos países? Después de todo, la Guerra de Corea culminó
en 1953 sin que ninguna de las partes en discordia firmara un acuerdo de paz.
AugustPradetto:
La situación militar y política no va a cambiar mucho en la península coreana
porque, juntas, las Fuerzas Armadas de Corea del Sur y Estados Unidos siguen
siendo superiores a las de Corea del Norte. Pero la retórica con que Pyongyang
reacciona las maniobras militares surcoreanas y estadounidenses en el Mar de
China Oriental pretende ser una demostración de fuerza, hacia dentro y hacia
fuera. El líder norcoreano Kim Jong-un está diciendo: ‘Nosotros responderemos a
esas maniobras y nos impondremos al enemigo’.
¿Qué función cumple la declaración del
estado de guerra en el campo de la política interior de Corea del Norte?
Kim
Jong-un tiene poco más de un año en el poder. Él está bajo presión porque,
siendo muy joven, le ha tocado suceder a su padre en la jefatura del Estado; él
tiene que demostrar que el cargo no le queda grande y busca hacerlo articulando
palabras fuertes. Con su discurso agresivo contra los surcoreanos y los
estadounidenses, Kim Jong-un quiere posicionarse y ser reconocido como el protector
de la nación norcoreana.
¿Y qué efecto tiene ese discurso sobre
sus compatriotas?
Corea del
Norte es un Estado totalitario. Todos los medios de comunicación están bajo el
control del Estado y los ciudadanos de ese país están expuestos únicamente a lo
que esos medios transmiten. Desde afuera llegan relativamente pocas noticias e
informaciones distintas de las que emiten la prensa, la radio o la televisión
estatales; algunos contenidos llegan a Corea del Norte provenientes de China,
pero su influencia sobre la opinión pública del país es insignificante.
Las tensiones entre Corea del
Norte, Corea del Sur y Estados Unidos se han intensificado y disipado de manera
intermitente a lo largo de los años. ¿Qué tienen de extraordinario los
incómodos roces registrados en las últimas semanas?
El riesgo está en que pueda darse un incidente que ninguna de las partes tenía la intención de provocar y que ese incidente de pie a reacciones cada vez más agresivas. La mayoría de las maniobras militares de Corea del Sur y Estados Unidos terminarán dentro de poco, y es de esperar que la situación se calme… si no ocurre ningún imprevisto.
¿Pueden Corea del Sur y Estados Unidos contribuir a distender la situación, actuando de una manera más discreta, por ejemplo?
Esa sería una solución; Estados Unidos hace muy poco para tranquilizar los ánimos. Pero debemos considerar que Washington quiere reforzar su sistema de defensa antimisiles en el océano Pacífico y sus bases militares en esa región, sobre todo en Japón y Corea del Sur. El problema de Estados Unidos es que se encuentra bajo presión porque esas instalaciones militares son mal vistas por muchos ciudadanos. De ahí que la agresiva reacción norcoreana a los ejercicios militares de Corea del Sur y Estados Unidos sea muy oportuna para la Casa Blanca: eso le permite a Washington legitimar su posición y sus planes en el Pacífico e imponerse a quienes se oponen a sus bases militares en la región.
Entonces, no es sólo Corea del Norte la que está buscando alardear con su demostración su fuerza…
Tanto Corea del Norte como Estados Unidos quieren defender su posición en esa región. Pyongyang teme que el objetivo que se propuso Washington en 2001 –promover un cambio de régimen en Corea del Norte– se cumpla haciendo uso de recursos militares. Y Estados Unidos intenta fortalecer sus bases militares en el Pacífico. Eso es lo que está detrás de las bravuconadas que orean los unos y los otros, y de sus respectivas estrategias.
El riesgo está en que pueda darse un incidente que ninguna de las partes tenía la intención de provocar y que ese incidente de pie a reacciones cada vez más agresivas. La mayoría de las maniobras militares de Corea del Sur y Estados Unidos terminarán dentro de poco, y es de esperar que la situación se calme… si no ocurre ningún imprevisto.
¿Pueden Corea del Sur y Estados Unidos contribuir a distender la situación, actuando de una manera más discreta, por ejemplo?
Esa sería una solución; Estados Unidos hace muy poco para tranquilizar los ánimos. Pero debemos considerar que Washington quiere reforzar su sistema de defensa antimisiles en el océano Pacífico y sus bases militares en esa región, sobre todo en Japón y Corea del Sur. El problema de Estados Unidos es que se encuentra bajo presión porque esas instalaciones militares son mal vistas por muchos ciudadanos. De ahí que la agresiva reacción norcoreana a los ejercicios militares de Corea del Sur y Estados Unidos sea muy oportuna para la Casa Blanca: eso le permite a Washington legitimar su posición y sus planes en el Pacífico e imponerse a quienes se oponen a sus bases militares en la región.
Entonces, no es sólo Corea del Norte la que está buscando alardear con su demostración su fuerza…
Tanto Corea del Norte como Estados Unidos quieren defender su posición en esa región. Pyongyang teme que el objetivo que se propuso Washington en 2001 –promover un cambio de régimen en Corea del Norte– se cumpla haciendo uso de recursos militares. Y Estados Unidos intenta fortalecer sus bases militares en el Pacífico. Eso es lo que está detrás de las bravuconadas que orean los unos y los otros, y de sus respectivas estrategias.
Autor: AnneAllmeling (ERC)
Editor: Diego Zúñiga
Editor: Diego Zúñiga
Tomado de : DW Actualidad en
Español [http://www.dw.de/actualidad/s-30684]
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